viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Qué hay detrás de la ventana?

Siempre me gustó espiar por las ventanas. Eso te pasa o no te pasa. Empezó cuando vivía con mi vieja, no podía fumar adentro de mi habitación así que cada vez que prendía un pucho, lo hacía asomada a cientos de balcones y ventanas ajenas. Eso implicaba por lo menos 30 minutos diarios mirando la cotideaneidad de mis vecinos, y con el correr de los años terminé por conocer muchos aspectos de sus vidas anónimas.

Cada ventana es un mundo, porque uno se limita a sacar conclusiones observando sólo un cuadrado de living, un pedazo de cama, el prender y apagar de las luces del baño, la dinámica de un balcón, la iluminación intermitente de una televisión encendida, la decoración. Tanto desde cerca como desde lejos, vidrios transparentes o esmerilados. Siempre hay algo, y la repetición en la búsqueda pone al alcance de la intriga las rutinas y los eventos particulares de cada departamento y sus habitantes, los cambios, el paso del tiempo. La vida misma.

Lo más atractivo de ser stalker es observar el comportamiento habitual de las personas cuando no se saben observadas, sus soledades o compañías, intimidad imperturbable. El problema es que uno no es inmune a lo que observa, y muchas veces se encuentran escenas que exceden lo que uno esperaba ver, dejan de ser sólo figuritas, y pasan a transmitir sensaciones que conmueven de alguna u otra forma. Así se genera el vínculo y la insaciabilidad.

Ser stalker implica estar pendiente de asomarse a ver, es detenerse un instante y fijarse, no es cruzarse con la imagen de casualidad, es esperarla, es ser conciente de que hay algo detrás de la ventana y buscarlo. Es cuestión de revolverse en la adrenalina que genera saber que está ahí, que en algún momento se hará visible algo más interesante que lo normal.


Somos Los detectives salvajes y nos preguntamos ¿Qué hay detrás de la ventana?, y también dejamos las propias cortinas entreabiertas cuando miramos para adentro.



El abrazo




El irrefrenable anochecer de su domingo.



Esta soy yo, siendo espiada a través de mi propia ventana,
mientras preparo Campari con jugo de naranja.
"Mi vida con Berro" dice G.



Si aprietan arriba de cada foto se ven gigantes!

Escenas del capítulo anterior: apretando acá, acá y acá.

2 comentarios:

Tom dijo...

Yo soy re stalker, de un 9no piso. Lo admito, me encanta sentir que miro desde mi balcon la intimidad de los demas. (igual veo poco, pero me encanta igual).

Voy a leer mas.

Eterna Corina dijo...

con mis abuelos nos sentabamos en el balcon y espiabamos a los vecinos y jugabamos a inventar los dialogos que tenian.

ser stalker es ser stalker siempre. por la ventana, por facebook, por blogs...

es una forma de vida :P