martes, 3 de enero de 2012

Mi taxista milagroso

El taxista me contó que una vez tenía tan poca plata y tanta necesidad de trabajar, que tuvo que pasar el año nuevo arriba del taxi, con una pasajera yendo a Montegrande. Me contó que se hicieron las doce y ella se puso a llorar. Qué triste, pensó el taxista. Así que puso música fuerte, frenó en la autopista para llamar a su familia y de paso abrazó a la pasajera que casi que se ahogaba del moco. A mi me salvaste, le dije yo al taxista, sos el taxista milagroso. Él sonrió retrovisor.

Me puse un vestido nuevo, zapatillas haciendo juego, me colgué collares y prendedores que hacen ruido cuando camino, desacomodé mis rulos, me pinté la uñas de rosa bebé, me llené del perfume para ocasiones especiales, agarré la bolsa, dejé las luces prendidas, las ventanas cerradas, y salí.

Vi pasar el colectivo frente a mis narices, y esperé media hora a ver si venía otro, pero no, ni siquiera prendiendo un pucho. Es año nuevo, son casi las diez, los colectivos no son un buen plan y los taxis no pasan por esta calle. Quizás la avenida sea más generosa. Caminé. Por las ventanas se veían familias iniciando sus encuentros. Me gustaría que mi familia estuviera toda junta en vez de desparramada, pensé. Miré mi balcón iluminado con lucecitas navideñas desde la calle y me emocioné. Eso es mio, dije en voz alta para mi misma, eso es lo mejor del año que se va, eso y todo lo que pasa adentro. Contuve las lágrimas por el rimel, a cambio me reí.

La bolsa me pesaba, adentro había una cacerola grandota llena de ensalada. Fue la primera vez que me tocó llevar comida a una reunión, y preparé las ensaladas con mucho amor adulto. Es decir, rallé un kilo de zanahoria sin quejarme, piqué cebolla de verdeo sin llorar, desmenucé pomelos rosados sin comerme ningún pedacito en el interín, mezclé todo y condimenté sonriente porque quedó buenísima. La otra era de hojas verdes, así que era más fácil. Y todo eso me costó sólo tres llamados a madre.

Por la avenida no pasaba ningún taxi. Maldición. Llego tardísimo, se me corrió todo el esmalte, el jugo de la ensalada está chorreando la bolsa, me pica la etiqueta del vestido y ya están todos esperándome para comer. La pucha. Pero justo cuando pensaba que no iba a llegar a mi cena nunca más, por el callejón se asomó la luz roja y brillante de mi taxista milagroso, que me juró que este año no iba a pasar las doce arriba del auto. Hay momentos en los que hacer unos mangos más no importa, dijo. Ese ya no es el objetivo, ahora mis objetivos son mucho más grandes, tal vez demasiado, este año voy a jugármela y por eso necesito estar con mi familia.

Resultó que llegué justo para cuando el asado estaba a punto y la gente sonriente. Comimos, charlamos, brindamos, vimos fuegos artificiales, me preocupé por si se me incendiaba la casa con cañitas voladoras, me emocioné, pedimos deseos, hicimos llamados a los que estaban lejos, volvimos a comer y a brindar y a charlar.

Y así me fue creciendo el nudo en la garganta.

Después la fiesta y los amigos. La alegría de bailar en la calle, hasta un amanecer que deja atrás el balance gratamente positivo del año que se va. La congoja de volver a casa sola, silbando bajito por las veredas desiertas y con mi vestido nuevo al viento. La soledad existencial a cuestas en la cama, la intriga de lo que vendrá en la almohada.
Cuando llegué releí la lista de objetivos que había escrito para el 2011. Todos cumplidos. Todos. Y hasta superé mis propias expectativas. Quise escribir una nueva lista y no pude. Algo muy fuerte me ancló en el cursor titilante de un documento en blanco. Capaz ésta vez, tengo más miedo de no poder realizarlos. Quizás son demasiado grandes, como los de mi taxista milagroso. Creo que yo también voy a jugármela.

Feliz año nuevo pa todo el mundo.

1 comentario:

CK dijo...

Siempre te leo y aunque tus posts suelen gustarme mucho, pocas veces siento la necesidad de comentar. Esta vez la siento. Creo que sólo para decirte que te entiendo a la perfección, que leyéndote me sentí un poquito vos y que me alegro de corazón por todo eso.