domingo, 12 de febrero de 2012

Loop

A los trece, después del colegio, los jueves me iba a la casa de mi papá. Pasaban tres horas hasta que llegaba alguien. Tres horas de soledad para elegir un cd al azar entre los miles de la colección, y tirarme boca arriba en el piso del living a escucharlo detenidamente. Ponía el disco, y si me gustaba, lo repetía una y otra vez hasta aprenderme las canciones de memoria mientras tomaba coca cola.
Ese día lo supe al tener la cajita del cd entre las manos, ahí había algo.
Play.
Era tan distinto. 
La voz hipnótica, las palabras que no comprendí, la guitarra. Para cuando empezó el solo al final del segundo tema, cerré los ojos y sentí cómo todo junto me volaba la cabeza.

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G se acaba de quedar dormido. Bajo el volumen para no despertarlo.
Otra vez la guitarra en la misma parte de Cementerio Club y cierro los ojos.

Escucho Artaud por milésima primera vez, como si nunca hubiera parado de sonar.
El Flaco es esa sensación.

No puedo llorar pero quisiera.

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