lunes, 26 de septiembre de 2011

Gladys

Al principio me negaba. Creo que cada uno es dueño de su mugre, y como tal, también es responsable de limpiarla. Qué es eso de que venga alguien y te deje la casa impecable por 15 pesos la hora. Si soy tan grandecita para vivir sola, me hago cargo a tiempo completo.
Hasta que un día, como tantas veces, caí presa del sistema. Recapacité. O no. En realidad cada vez que viene Gladys me da culpa. Eso me pasa por ser judía y vivir en palermo. Obvio.

Hago un paréntesis (¿cuando se hace un paréntesis hay que ponerlo entre paréntesis?) en fin, sigo con el paréntesis: una de las mejores razones de ser judío es que estás habilitado para autodiscriminarte con boludeces como ser culpógeno, amarrete, etc, sin que quede tan feo. Cierro el paréntesis.

La cosa es que Gladys viene cada 15 días, lunes por medio. Lunes es un gran día para llegar y encontrar el quilombo del fin de semana todo ordenadito, así que eso, lunes por medio.
Parece que mi casa es limpiable en tres horas, por pequeña y despojada de mamás obsesivas de la limpieza, así que eso, tres horas.

Cada vez que llego de trabajar y Gladys se acaba de ir, empieza la joda. A lo largo de los días voy descubriendo cosas: Gladys me deja chocolates y notitas en rinconcitos, cambia de lugar los adornos porque no se acuerda cómo van, pero siempre quedan mejor, guarda los corchos por si los necesito para otro vino, me rebaja el detergente para que dure más, me deja el mate preparado para cuando llego. A cambio, hace la cama como el orto, nunca saca las telarañas, me esconde utensillos de cocina, dobla al revés los pantalones y me desconfigura el reloj despertador. Entre otras cosas.
De ese modo, en un mismo día puedo amarla y putearla repetidas veces según lo que advierta en cada momento. Es justo. Seguro ella en sus tres horas me ama y me odia según va encontrando mis desastres incorregibles y mis ex- desastres que ya corregí, sólo que ella cobra, así que le da igual.

Hubo un lunes fantástico, el primero que vino Gladys a casa. Fue la primera vez que llegué de trabajar y no tuve que hacer nada, nada de nada. Todo impecable. Toda la divina culpa. Y me tiré en el puf a mirar el techo.

Hasta que de pronto me di cuenta.
Mi cosecha de marihuana, íntegra, brillaba por su ausencia. Mis florcitas preciosas, en grandes cantidades, cortaditas con tanto amor.
Quiero creer que se la afanó porque sabe que total no le voy a decir nada, y que no terminó en la basura colectiva.

Gladys y la re concha de tu madre.
Cada vez que me acuerdo te clavaría alfileres abajo de las uñas.
Igual te quiero. Hoy la casa está re linda y sos una capa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No puedo creer que te choreo la Maris! noooo. Yo me re calentaria mal. Pero claro, en la puta ilegalidad no se puede hacer mucho. Perohayq eu ser zorra, ninguna boluda tu Gladys.

Magg dijo...

cheeee... igual, le podrias decir: chem, mi ex novio me regalo una plantita, me dijo que eran geranios; no la viste? jajaja MUY desentendida.

Tom dijo...

Increible.

Mi Gladys se llama Irma y se ocupa de regarme las plantitas. Lo que te hizo la tuya no tiene perdón. Y como judía que sos te va a marcar por el resto de tus Gladys.