viernes, 29 de julio de 2011

La venganza

El domingo tengo fiscalizar de nuevo en las elecciones.
Misma escuela,
misma mesa,
mismo sanguche de mila,
La venganza debería ser terrible,
pero todavía no se me ocurre ninguna.

¿Ideas?

La Dolce Vita

Excusa/ Canchereada 3:
Entré al videoclub con una fingida naturalidad que me salió requete bien.
Dije hola en tono simpático y alargando la a.
Nos miramos.
Nos sonreímos.
Fui con libro en mano, un buen objeto-anzuelo, prueba de fuego.
M picó de nuevo: "hola! qué estás leyendo? Esa es la editorial que publica a Bukowski. A ver, pasame".
Se quedó leyendo la contratapa y haciéndome preguntas acerca de la historia, del autor, y de mi opinión acerca de eso. Hablamos de literatura, de los '70s, de Paquistán, de los budas y los punks. Fue una charla superficial como al pasar.
Quise concluir: "hoy no tengo tanto tiempo para ver pelis, no se muy bien qué mirar. Podría ser algo viejo, clásico, que me pueda quedar durante algunos días y verla en varias veces".
Empecé a dar vueltas y él dijo: "vos deberás ser complicada..."
Breve silencio.
"¿Tenés novio?"
Risa mediante, le reconocí su capacidad de sacarme con mucha destreza la información importante y le dije que no, que no tengo novio.

"Ah, entonces te puedo invitar a salir"

Claro que puede, quedó pendiente.
Salí del videoclub con La Dolce Vita en la cartera, sintiéndome un as de la conquista, pensando en que mi culo y yo, a veces hacemos un buen equipo.

La Dolce Vita (Federico Fellini):
Es tan larga y tengo tantas cosa para hacer, que todavía no la terminé de ver. Así que otro día te cuento. Paciencia.
Por ahora sólo voy a decir que el hecho de que sea en  blanco y negro lo hace todo más lindo, y que la famosa escena de la fuente está sobrevalorada.

Tres cosas inconexas que dije una atrás de otra por chat a alguien que no me conoce lo suficiente

1. Qué ganas de comer bizcochuelo, con mate.
2. La gente habla del amor y de la libertad porque son el motor. Lo triste es cuando la libertad aparece como la negación del amor, y viceversa.
3. ¿Vamos al cine a dormir?

jueves, 28 de julio de 2011

Para estar de entrecasa

Te cambio otra excusa por otra canchereada

Yo los seduzco, y ellos que me levanten. No soy tan dificil de conquistar si le ponen onda, pero que le pongan onda, porque sino ajo y agua, que se busquen a otra.

Excusa/ Canchereada 2:
Iba a bajar a alquilar una peli. Había decidido probar al chico del video con un arma que nunca falla: entrar al videoclub con algún objeto. Si el pibe estaba interesado, iba a ver en aquello que yo tuviera en la mano, el pie para la conversación, y de paso, la conversación giraría en torno a lo que yo quisiera.
Me quedé un rato eligiendo qué objeto iba a agarrar, tenía que ser algo no muy pretencioso, medio banal, descontracturado. Bajé con el mate y el termo, y por supuesto, con todo mi coqueteo a cuestas.
Cuando entré, el chico del videoclub me sonrió, dejando de prestarle atención al cliente que estaba atendiendo. 
Momento clave. 
Muy efusivamente dijo "Epa! Sos uruguaya?". Funcionó. "No, vos?" respondí riéndome y haciéndome la linda, acto seguido le ofrecí un mate que rechazó, y nos quedamos hablando de eso y de otras cosas. Después me dijo su nombre, M. "Che, M, no se qué alquilar. Qué fue lo último re lindo que viste?" Podría haberme respondido algo así como "a vos cuando entraste recién", pero hubiera sido demasiado, así que me dio una de las últimas de Woody Allen.

Si la cosa funciona (de Woody Allen):
Exactamente la misma dinámica que la de Un cuento chino, pero contada muy diferente, menos simple, más extravagante y exacerbada, menos tierna, más divertida. La ironía esta vez se transforma en sarcasmo. Me pareció genial. 
El personaje principal, interpretado por Larry David, es un Woody Allen pero que habla igual a Jerry Seinfeld, buena mezcla.
Le doy ocho puntos y medio. Para ser vista un jueves cenando hamburguesas caseras.

miércoles, 27 de julio de 2011

Que me devuelvan la plata

Apagón

Ayer se cortó la luz, nunca se qué hacer cuando se corta la luz.
No tengo velas, pero tengo una luz de emergencia que fue el regalo de mudanza de mi tío, una de esas lámparas de leds a las que tenés que cargar cuando sí hay electricidad, para que no te deje en banda en el peor momento.
De nuevo mi padre estaba en lo cierto cuando yo creía que era un objeto absurdo de poseer, y él insistió en que no olvidara cargarla. 
El apagón duró diez minutos. Para mí que fue un arreglo de mi papá con Edenor, sólo porque le gusta que yo le de la razón.

Te cambio una excusa por una canchereada

Hacerme la linda me sale bien cuando voy al video. Y ahora mi nueva costumbre es ir todos los días.
El chico que atiende, no el de las camisas de leñador, que dicho sea de paso tiene novia, sino el rarito divino que toca la guitarra (que al final creo que es el mismo que tiene un no se qué y me mira con ese no se qué... y no es taaaan divino) me convenció de comprar un abono: sesenta pesos a cambio de veinte pelis durante un mes. O sea, él me vendió veinte excusas para que yo baje y me haga la linda cada vez, y yo le compré veinte recomendaciones cinéfilas para que cancheree conmigo todo lo que él quiera. Buen negocio.

Excusa/Canchereada 1:
Sé que me está mirando el culo mientras elijo alguna peli, me doy vuelta, y sí, quedate tranquilo que era obvio, yo también te miraría el culo. Cruzamos dos palabras tipo "qué querés ver" y "algo bueno pero livianito". Directiva fácil, rápida. Me dio la última de Darín. A lo seguro, las críticas lo avalan.


Un cuento chino (de Sebastián Borensztein):
Una dinámica conocida y ya muy usada, donde el protagonista tiene una vida estructurada (que por lo general se corresponde a su neurosis) pero de pronto sucede algo inesperado, casual, que lo cambia todo. Al principio el protagonista se resiste a la nueva situación con mayor o menor dificultad para lograrlo, pero siempre termina cediendo, y nosotros, como espectadores, presenciamos el proceso de cambio con admiración. Hacia el final suele haber un momento en que parecería que todo eso que cambió, sigue su curso o vuelve atrás, pero en realidad, la historia termina con los frutos que dejó ese hecho repentino en la vida del protagonista. Todo muy feliz.
Una dinámica conocida y ya muy usada, pero en este caso, genialmente desarrollada. Una linda historia, simple pero extravagante, con algunos detalles imperdibles y un dejo irónico que arranca sonrisas.
Le doy unos siete puntos y medio y creo que debe verse un domingo a la noche comiendo chocolate.



martes, 26 de julio de 2011

Ascensor dialógico

Hoy durante un viaje en el ascensor de la oficina, escuché a un tipo que dijo "Hay un estudio que dice que una mujer alcanza su mayor nivel de belleza a los veinticinco años", y su interlocutor respondió "Está claro que después empieza su lento letargo, sólo pudiendo disfrutar de lo que lograron hasta ese momento". 
Me miré mis veinticuatrocasiveinticinco al espejo.
Me conviene no estar de acuerdo.

lunes, 25 de julio de 2011

Puán

Quizás me equivoqué de carrera. Lo pienso a veces. Qué iba a saber yo a los dieciocho años. Estudiar Filosofía es, a esa edad, tan pretencioso como querer ser astronauta.

Hoy fui a la facultad a inscribirme a las materias del segundo cuatrimestre. <<Ya me quedan pocas>>  pensé, mientras esquivaba los restos de huevos y harina y papel picado y témperas de colores y yerba y mostaza y serpentinas que inundaban la vereda de Puán. El hedor me hizo tapar la nariz. La gente se recibe, la gente estudia y se recibe. Yo estudio y estudio, y es como si cada vez me faltaran más eternidades para no volver a pisar ese edificio. Sentí ganas de vomitar.

Durante las vacaciones se vuelven a ver las paredes de la facultad. Alguien saca la inmensa cantidad de carteles que suelen empapelar los pasillos al grito de cuanta causa política exista, como si la política fuera un adorno. Las paredes son blancas y los bordes de las ventanas, grises. Es bueno volver a recordarlo cada cuatro meses. Un respiro que deja espacios libres para nuevas ideas, hasta que empieza la cursada y aparecen las mismas revoluciones de siempre.

No había mucha gente, la fila para anotarse en los cursos era corta, nunca es corta. Me pregunté si cada vez éramos menos. Siempre fuimos menos, unos cuantos menos que se sienten más. Revisé los horarios que me convenían, ninguno me convenía. La oferta es cursar entre las once de la mañana y las cinco de la tarde, pareciera que no está bien visto trabajar. Rearmé el plan. Me ofusqué. Una mierda.

Ya no disfruto de ir al bar y tomar un mate cocido cuyo precio no sufre inflación, no disfruto de llevar resaltadores en la cartera, no disfruto del pucho del recreo, de las puertas de los baños con chismes de los profesores, ni de los hippies fumando porro en el patio. Ya no me siento genial cuando los apuntes recién paridos por la fotocopiadora están calentitos y prometen saberes nuevos, ya no me intriga qué hay en el cuarto piso.

Estudiar Filosofía ya ni siquiera me hace levantar tipos, antes me miraban como a un bicho intelectual y extraño que les llamaba la atención, y yo cogía. Ahora me miran con una especie de lástima y me preguntan cosas como "y de qué pensás vivir nena?". Andate a cagar, voy a deambular por las calles haciendo preguntas retóricas boludo, sabés lo que es retórico ¿no?

Cuando salía de la facultad se largó a llover, y la harina del piso en la vereda formó un engrudo que todavía tengo pegado en la suela de mis botas. Quizás me equivoqué de carrera, pero me conozco, no hubiera podido hacer otra cosa. Tuve ganas de vomitar toda la gnoseología, toda la modernidad, toda la ética. En cambio me acordé de los buenos tiempos en Puán con los amigos y el novio, de las ganas que tenía de saber y saber y saber, de los grandes profesores, de la fascinación. 
Vislumbré. Eso todavía lo tengo, digo, la fascinación y la sensación de que se puede cambiar el mundo. La pregunta es dónde lo guardé. Las cosas se mezclan durante las mudanzas.

sábado, 23 de julio de 2011

Minipimer

Los desayunos suben cuatro puntos en la escala de Caribe, el día que descubrís que la minipimer (que la tenés porque te la regalaron pero que no sabés para qué carancho usarla) te hace licuados de banana.

Lo mejor y lo peor del día

Cuando mi hermana era chiquita, mi mamá estaba preocupada porque ella contaba pocas cosas de su vida diaria en el colegio. Así que, para hacerla hablar, durante las cenas adquirimos una costumbre: cada uno tenía que contar lo mejor y lo peor que le había pasado durante el día. Era indistinto quién empezaba y quién venía después, si se relataba primero lo lindo o lo feo. No importaba. Todos hablábamos, todos escuchábamos. Era una buena forma de compartir. Y era lindo. 
No recuerdo cuándo ni por qué dejamos de hacerlo.
Después vinieron tiempos en los que durante la cena se discutía. Y después quedó vacío un lugar en la mesa. Y después yo llegaba tarde y cenaba en mi habitación, arriba de la cama y mirando la tele.
Y después me fui.

Desde que vivo sólo conmigo misma, para cenar trato de sentarme en la mesa, no mirar televisión ni tener la computadora cerca, no leer ni hablar por teléfono. Como, nada más. Y pienso.
Aprender a convivir con el silencio, con la quietud, con la soledad, es tan difícil, tan valioso, que a veces es demasiado.
Hoy mientras cenaba pensé en qué había sido lo mejor y lo peor que me había pasado durante el día. Intenté decirlo en voz alta, pero se me armó un nudo en la garganta.
Creo que en realidad, eso fue lo mejor y lo peor que me pasó en el día.

¿Qué hay detrás de la ventana?

ellos
estaban tan lindos
mientras se querían

jueves, 21 de julio de 2011

Poema del día cuarenta y pico

Dos veces por semana recargo el yerbero,
Una vez por semana la azucarera.
Hago un lavado de ropa oscura cada diez días,
uno de ropa blanca cada veinte,
a mano, dos remeras.

Antes de que pueda terminarla
a la gaseosa se le va el gas.
Seis rollos de papel higiénico duran un mes,
y parece que el jabón
no se va a acabar jamás.

Tardan cuatro noches
en reaparecer las telarañas.
No fumo en el dormitorio
y no hago la cama sino los sábados,
como para no perder todas las mañas.

Todavía nunca prendí la parrilla,
ni cociné fideos,
se pide delivery
sólo si cerró el super,
si hay fiaca o es noche de videos.

Promedian los cinco invitados por semana,
todos vienen y colorean la casa
por suerte hay varias frazadas
porque aunque haga frío
la mayoría ama estar en la terraza.

A oscuras

Ya puedo caminar a oscuras
por todos los rincones, 
y por fin
no tropezarme con nada.

martes, 19 de julio de 2011

Compras para uno

Me comí todo "el kilo de frutillas a 10 pesos" de un tirón.
Total, no tenía que convidarle a nadie.
La soledad anula el egoísmo.
Delicioso.*
*Me duele un poco la panza por la felicidad

lunes, 18 de julio de 2011

La segunda oportunidad se la merece por lindo nomás

Estás tirada en la cama, terminó, y te querés matar.
Las primeras veces son complicadas, el otro no sabe lo que te gusta y lo que no, pensás.
Igual se la juega, está bien que se la juegue, quizás a otras personas les gusta esto, vaya uno a saber, pensás.
Pero no, se quiso hacer el canchero y le salió mal, pensás.
Le digo que no la pasé bien, ya fue, así la vez que viene quizás esté mejor, pensás.

Al final, muy lindo muy lindo el chico del videoclub (el que usa camisas de leñador), pero la primera vez que te recomienda una peli resulta ser una mierda y te caga el domingo. 
Y estás tirada en la cama, terminó, y te querés matar.

"El hombre de al lado". Malísima.

jueves, 14 de julio de 2011

Abstinencia

Tengo abstinencia de música en vivo, de leer en un bar, de cerveza en vasos de plástico, de ir al cine, del pasto de las plazas, de librerías nuevas, de calles desiertas, de parrillas ruteras, de camas ajenas, de madrugadas en taxi, de lluvia en el pelo, de maquillaje corrido, de escribir a mano, de bondis nunca andados, de bailar los domingos, de pizzas esperándome al amanecer en la heladera.

Quizás ya es tiempo de empezar a salir de mi casa.

Así que me voy, 
porque además es jueves, 
y a los jueves también los extrañaba.

miércoles, 13 de julio de 2011

Látigo

Cada vez que me sumerjo en el enojo hacia cualquier cosa (que suele ser a la responsabilidad, a mis padres, a los hombres, a mis malas decisiones, a mis pasados, a la sociedad, a la rutina, a la vida, o a mí misma entera entera), mi terapeuta le pega con un látigo al piso.

Sí, con un látigo.
Al piso.

En el sonido del cuero contra las baldozas del consultorio, entiendo que en este contexto no es una forma de castigo, sino una descarga.

Esta semana no hubo sesión.
Si no hay piso, la liga mi espalda.

martes, 12 de julio de 2011

Lección 1: si no barrés, se junta polvo

Y si encima el sol te buchonea, peor.

¿Qué hay detrás de la ventana?

Sin lugar a dudas, uno de los mejores balcones que se aprecian desde mi ventana. 

¿Tenés novia?

Estoy harta de preguntar "¿tenés novia?" y que me respondan que sí. Sobre todo cuando es el final de la noche y ya pasaron 4 horas de chamuyo.
No nene, no me acompañes a mi casa, me voy sola. Gracias eh. Chau.

lunes, 11 de julio de 2011

Señoras macristas que viven en mi barrio

Durante las elecciones del domingo fiscalicé una mesa del norte porteño y pude conocer un poquito más a mis vecinos. Tuvimos conversaciones como éstas a lo largo de todo el día. Unos divinos todos. Mató la onda, que no se corte che.

Señora macrista: -Disculpame nena, pero si hacés pasar antes a cada discapacitado y a cada embarazada que viene, no avanza más esta cola. Estamos acá hace veinte minutos ya.

Yo: -Un poco de paciencia señora, por favor, que nosotros estamos trabajando y respetamos las prioridades.

Señora macrista: -Esas no son prioridades. Que los ancianos agarren una silla y hagan la fila sentados, no podés andar bajando la urna a la planta baja por cada viejo con bastón. Sino que no voten, yo no tengo todo el día.

Yo: -Mire señora, nos vamos a seguir manejando así, entonces le pido que se tranquilice y no levante la voz porque estamos en un acto cívico y la gente está votando. Ya le falta poco para pasar.

Señora macrista: -Mirá pendeja de mierda, no se para qué sos fiscal, por gente como vos estamos como estamos. Seguro que sos kirchnerista. Callate la boca y dejame pasar.


Y ahí se armó la podrida, obvio.
Hasta que llegó el gendarme para calmar las aguas y me dio la razón.
Tomaaaaaá Conchuda.

Todavía se me siguen ocurriendo insultos inteligentes que debería haberle dicho.

sábado, 9 de julio de 2011

Con ruido

Lloré con ruido, mucho ruido.
Lloré y lloré y lloré en concierto.
Alterné las vocales de los alaridos.
Dije malas palabras.
Pregunté por qué.
Grité toda la histeria.
Dí un portazo.
Me ahogué con moco.
Tosí muy fuerte.


Y nadie me escuchó. 
Porque no había nadie.
Y entonces empecé a reírme. 
Porque no había nadie.
Y me olvidé el motivo del llanto.
Porque no se lo dije a nadie.


Y ahora estoy re bien.

Día de la Independencia

Limpiar un baño (tu propio baño) por primera vez. 
Eso es la independencia.


Feliz día patrio.

A veces la casa está mitad llena.

A veces mitad vacía.

viernes, 8 de julio de 2011

Los chicos que atienden el videoclub de enfrente

Uno es igual a Forlan.
Otro es un rarito divino que toca la guitarra.
El tercero, un grandote que usa camisas de leñador.
Y el cuarto tiene algo que no se qué y me mira con ese no se qué.

Son una gran estrategia de marketing.
Funciona.
Hoy me hago socia.

jueves, 7 de julio de 2011

Por si se le ocurría tener hijos



Que no aparezca otro intruso porque
me convierto en asesina serial.

El sonido de mi ausencia

Acabo de llamar a mi casa.
Como para comprobar que no hubiera nadie.
Escuchar el tuuuu- tuuuu- tuuuu y saber que ese es el sonido de mi ausencia.
Estaba por cortar, pero de pronto.
(suspenso)
Atendió el contestador.

El contestador tiene la voz de una mujer:
"Hola te comunicaste con el número que marcaste." ¿con el número que marcaste?  ¿pero que sos, boluda?
"Dejame tu mensaje después de la señal... o no" ¿o noooooo? Ah, sí, sos boluda.
Me indigné y me dejé un mensaje:
"Hola Carola, habla Carola... el sonido de tu ausencia es una boluda, apenas llegues a tu casa cambiá el disquito de este aparato choto"

miércoles, 6 de julio de 2011

Alfombrita

En el supermercado, mi papá me aconsejó que comprara una alfombra antideslizante para la ducha. Yo no quería porque me parecía absurda. Él insistió. Yo no quería porque me parecía cara. Él insistió.

Supongo que en ese momento entendí que si vivo sola, puedo caerme en la bañadera, golpearme la espalda y estar paralíticamente tirada durante horas en el baño esperando a que alguien se de cuenta y venga a salvarme. Sola, mojada, desnuda, inmóvil y pensando en por qué mierda no compré la alfombrita. 

La puse en el changuito y me la llevé. 

Los papás ofician de papás para no oficiar de superhéroes.

Humor- Barrio

Quiero vivir en Nuñez porque me gusta el humor de Nuñez. Siempre tengo humor de Nuñez.
Mejor dicho, siempre que tengo humor de Nuñez es un día feliz.
Como un sábado al medio día, esperando la comida en una parrillita de barrio sentada en una mesa al sol. Eso es humor de Nuñez, aunque estés en Villa Ortúzar.

Podría vivir en Colegiales. El humor de Colegiales es de veranos a la hora de la siesta, de patear piedritas caminando por la vereda, la nostalgia y andar en bicicleta.
Colegiales es el barrio de mi infancia y donde vive mi abuela. Las casas de las abuelas son el barrio de la infancia aunque uno haya vivido lejos. Porque las abuelas no se mudan, echan raíces en una casa y ya está, pase lo que pase viven ahí hasta que se les ocurra morirse. En todo ese tiempo no cambian muebles ni la disposición de los adornos, entonces ir a visitarlas es como viajar en el tiempo, es humor de Colegiales.

También podría ser Parque Chas, pero tener humor de Parque Chas es vivir andando con rumbos inciertos y laberínticos, sin apuro ni destino al que llegar, sólo andando. Y pensando, algo profundo y etéreo.
Creo que voy a vivir en Parque Chas cuando sea grande, cuando asuma que mi humor suele ser mas parquechaseño que nuñense y tenga con quien andar para perderme.

Al final me mudé a Palermo Hollywood. Todvía no se muy bien cuál es el humor de Palermo Hollywood.
Me da un poco de miedo.
La parte de "Hollywood".
Una casa vacía llena de cosas que terminan con -illa


La tuya, la mía, la nuestra

-Hija, dónde estás?
-Estoy en casa ma... pero no casa casa. O sea, sí, mi casa. Digo no mi casa la nuestra, bah, tu casa. 
-...
-Mi casa mami, mi casa mía que no es tuya. Eso, mi casa. Estoy en casa. Mi nueva casa.