El calor es
insoportable al sol, la brisa no logra neutralizarlo. Me corro a la sombra y el
viento torna necesario un abrigo que no tengo. No hay
punto medio, la histeria climática.
Acomodo la
silla justo en el límite y me siento. La mitad de mi cuerpo al sol, la otra a
la sombra. El juego de luz me convierte en una especie de ying yang viviente. Pienso
en el equilibrio, en la distribución proporcional de la felicidad y la
melancolía.
Es una pugna.
El tiempo sucede,
pronto quedo fuera del alcance del sol.
Me abrazo a
mi misma para subsanar la victoria del frío.
Me abrazo a
mi misma para aliviar el triunfo de la tristeza.
3 comentarios:
hermoso
pienso que nunca había pensado que el equilibrio, en vez de ser un confortable punto medio entre dos extremos, sea sólo una justa dosis de ambos puntos de incomodidad.
En vez de exacto medio climático, una mitad sufre de calor, la otra de frío y parece que compensan.
No sé si me convencen la idea.
No sé.
Gracias Luis.
Cafecito, yo tampoco sé si mi convence la idea, no sé. Por lo pronto es una sensación inquietante, no una idea. :)
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