martes, 23 de agosto de 2011

Local

En la casa de mi mamá estaba prohibido coger. 
Para mi, obvio, para ella no.
De dormir con alguien ni hablar.
Sólo cuando quedaba la casa sola.
Y únicamente novios.
No digo que excepcionalmente no haya roto la regla.
Pero.
Muchos peros.
Porque mi vieja siempre descubre mis mentiras.
El peligro ratonea, el castigo inminente no.
Era imposible pasarla bien con su cara en mi mente.
Con el tiempo, los motivos lograron convencerme.
Que la casa es muy chica.
Que se escucha todo.
Que el encierro.
Que la hermana chiquita.
Que la madre en pijama a la mañana.
Que garchá todo lo que quieras pero vayan a otro lado.

Así fue que dormí en camas de una plaza apretadísima, que escuché a padres ajenos teniendo sexo en habitaciones de al lado, que hermanas ajenas me abrieron la puerta en pleno acto, que me quedé dormida sin querer, que me volví de mañana vestida de noche, que conocí las escaleras de los edificios, que encontré fotos de novias en mesas de luz, que pagué la mitad del telo, que elegí habitaciones, que empañé ventanillas de autos, que no me pude lavar los dientes a la mañana, que entré a escondidas y salí por puertas de atrás, que toleré suegras, que toleré compañeros de cuarto o departamento, que usé shampooes de otras marcas, que me insinuaron que no vuelva nunca, que perdí corpiños, medias y bombachas.

O mudate.
Dijo un día mi mamá.

Ok, me mudé.

Ahora juego de local.
Vamos a mi casa?
Tengo un vino.
Tengo cama papi fútbol.
Puedo hacer el ruido que quiera.
Puedo ir desnuda al baño.
Y al living.
Y a la cocina.
No me tires el forro en el inodoro que se tapa.
Me lo dijo el plomero.
Te querés bañar? Te traigo una toalla.
Tengo chocolate en la heladera para después.
Che, yo me voy a dormir.
Me tengo que levantar temprano.
Si no querés dormir te podés quedar boludeando en la compu mientras yo duermo, despertame a las 7.


Te pido un taxi?
Te pido un taxi.
Eh... te pido un taxi.

O te pido que te quedes.
Bah. No.
En realidad nunca le pedí a nadie que se quede.
Pero de pronto sin pensar pregunté:
"te vas a ir o te vas a quedar?"
Y la verdad es que cualquiera de las dos cosas hubiera estado bien.
Raro.

"Me voy a ir" dijo G.

Y a mi me volvió todo el esplendor de mi soltería en un segundo.
Y a él también.

Cada vez soy más débil ante los encantos de un mimo.
Casi caigo en la trampa.
Un peligro.

4 comentarios:

Andrea dijo...

Genial!
Yo preferiría quedarme a dormir si no te molesta jaja.

Caribe dijo...

De vos me da miedo lo que puedas hacerme mientras duermo.
:)

Magg dijo...

Lucky bastard... en el mejor de los sentidos ^^ Yo tuve que aprender a ser calladita y a decir: "Despacio que hace ruido!"

Andrea dijo...

Nada que no pueda gustarte, darling.